viernes, 5 de marzo de 2010

Arte como revelador del Psiquis


El arte, en especial de vanguardia, a pesar del aparente críptico significado, genera emoción y reacción en el espectador de la obra, que tienen que ver con sus creencias y su modo personal de entender la realidad por intermedio de imágenes.

Hace algunos años una instalación de jugueras con peces en el museo metropolitano en Santiago, más allá de demostrar la intención del autor sobre la precariedad de la vida, demostró nuestro elemental repudio al maltrato animal. La reacción publica ante la instalación nos mostro como éramos, la obra de los peces solo actuó como catalizador.

El escultor Eugenio Merino es de los artistas acostumbrados a generar polémica, con obras como la de Fidel Castro convertido en zombie.


El miércoles 17 de Enero durante la jornada inaugural de la feria ARCO 2010 de Madrid, el autor catalán presento la escultura “Starway to Heaven”, la que genero una polémica reacción.

La obra hiperrealista en resina, silicona y cabello humano, muestra a un musulmán que reza con su cara cerca del suelo, sobre su espalda un sacerdote católico arrodillado orando y sobre los hombros de este ultimo esta parado un judío ortodoxo erguido con la torah en la mano. Una torre humana rezando.

La obra provoco la inmediata, como también incomprensible, reacción de la embajada de Israel en Madrid. A través de un comunicado, el organismo diplomático critico la escultura alegando que esta contiene “Elementos ofensivos para los judíos, israelíes y seguramente para otros”. El documento agrega que “valores como la libertad de expresión o la libertad artística sirven para ocasiones de simple disfraz de prejuicios, de estereotipos o de la mera provocación. Un mensaje ofensivo no deja de ser hiriente por pretender ser una obra artística”.

Por más que miro la fotografía “Starway to Heaven” de Merino, no encuentro lo ofensivo para la religión judía, aun menos para los israelíes. Si la obra genera una determinada reacción en los diplomáticos israelíes, es muestra solo de sus personales aversiones.

La reacción diplomática muestra sus factores sicológicos, la obra actúa solo como catalizador, así como cualquier interpretación del observante proviene de elementos sicológicos subjetivos y personales. La declaración muestra un cierto delirio persecutorio, algo común en los sionistas; esa versión particular etnocentrista de estar aislados luchando contra todos, todos los rechazan, todos intentan ofenderlos, todos los quieren herir, todos les tienen prejuicios.

Este delirio persecutorio, llegando a institucionalizarse pretende sistemáticamente acallar cualquier crítica, incluso cuando no hay crítica aparente, como es el caso de la obra de Merino.

Así queda manifiesto los complejos sionistas, casi bordeando el paroxismo más ridículo. Mas cuando la numerosa comunidad musulmana española no tuvo ninguna reacción, ni los católicos españoles se sintieron ofendidos teniendo presente que es una de las naciones más católicas de Europa.

Pero más revelador es que ninguna entidad religiosa judía haya realizado alguna protesta, considerando que el judío representado es un ortodoxo o tales un hasidic, ambos corrientes judías religiosas y contrarias a los sionistas, no les parece ofensiva la obra.

Nos parece aun más extraño, como occidentales, que un estado que dice ser secular tome una posición defensiva religiosa, pero debo recordarles que para el sionismo el ser judío es ser un pueblo y para ser un israelí hay que ser judío.

Eugenio Merino, el autor, de defiende argumentando:

“Yo me dedico al arte y acepto que piensen lo que quieran. He hecho una pieza que se supone que habla de la unidad de las religiones y de la alianza de civilizaciones.”

“La lectura de la obra es muy clara y positiva: es una torre donde las tres grandes religiones colaboran para llegar a un mismo fin. El mismo Dios” a Europapress.

La religión judía basada en la Torah, prohíbe a todo judío la creación de obras antropomorfas, pero esta prohibición es solo para los judíos, no para el resto. Los judíos tienen una larga tradición de obras críticas sobre occidente y el cristianismo, una gran parte de la cultura occidental proviene de autores, artistas, científicos y eruditos judíos. ¿Dónde esta lo “ofensivo”, lo “prejuicioso” si los no judíos se refieren a los judíos o los usan en sus obras literarias, históricas o artísticas, incluso si son criticas? ¿Acaso no son parte de nuestra cultura e interactúan con nosotros? ¿Acaso artistas como Chagal, Liebermann o Warhet no realizaron obras críticas de nuestra cultura e incluso religión?

Pero el caso de la obra de Eugenio Merino “Starway to Heaven” ni siquiera hay critica, ni existe ofensa, ni prejuicio. Solo cumplió su papel de catalizador de los delirios más oscuros del sionismo, sacando a superficie la vocación de intolerancia del sionismo. Y eso no lo demuestro yo, lo hicieron los diplomáticos israelíes en Madrid.